A lo largo de la vida estamos condicionados por situaciones vitales cambiantes, imprevistas, enriquecedoras o decepcionantes, que nos llenan de felicidad o que nos generan malestar, frustración, ansiedad. Como seres humanos nuestra psique es una realidad compleja marcada por nuestras vivencias y emociones, por nuestra salud física y por nuestra capacidad de relación con los otros.
En la vida adulta una posible afectación tiene consecuencias no solo para la propia persona sino también para los que la rodean y, desafortunadamente, cada vez más frecuentemente en el ámbito laboral. Partiendo de esta realidad, se hace necesario el diagnóstico precoz de las primeras manifestaciones de un posible trastorno. Hoy en día ya sabemos como influyen determinadas situaciones vitales como generadoras de riesgo de una determinada alteración psicológica.
Es importante, para una adecuada valoración, tener presente el mundo interno de la persona, como se estructura y organiza sus propias capacidades de resistencia y resiliencia ante los factores estresantes, ya sean internos o externos.
A nivel de tratamiento es necesario profundizar en el conocimiento de la realidad individual y social para adaptarse a sus necesidades, implícitas y explícitas. En ocasiones, las circunstancias favorecen la colaboración y la vinculación de la familia en el abordaje terapéutico, siempre respetando la opinión y la intimidad de la persona.